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Día 04 . Jueves 13

Nos levantamos y cuando vamos a desayunar al bar vemos que el tiempo está igual que anoche: tapado y lloviendo. Vaya llegada a Dinamarca!

 

Desembarcamos a la hora prevista y hay un bus que nos lleva del muelle a una plaza bastante céntrica de la ciudad. Cogemos el metro, conseguimos adivinar cómo pagar el billete y dónde hemos de ir y en un plis nos plantamos en el hotel. El problema es que todavía es demasiado pronto y no podemos hacer el check-in. Dejamos las maletas y vamos en bus a la oficina de información, donde compramos la Copenhague Card, nos conectamos al wifi y hacemos un bocadillo para comer.

Comenzamos visitando el Ayuntamiento (Køvenhavn Rådhus), que está justo al lado. Delante de la entrada, en la plaza, hay una exposición de autobuses de Copenhague de los últimos 100 años. El Ayuntamiento es inmenso y precioso: una sala principal cubierta donde se hacen las celebraciones, unos pasadizos y escaleras muy decoradas y un patio interior con un pequeño jardín.

 

 

 

 

Volvemos caminando al hotel, nos instalamos en la habitación (con cama de matrimonio, nos han hecho caso!) y miramos en las guías qué podemos hacer. Son las 4 y ya ha cerrado casi todo. Buscando un poco encontramos alguna cosa para hacer: visitar el museo del ámbar (Amber Museum) , con la tienda en la planta baja y exposición de joyas e insectos y plantas petrificadas en las plantas superiores. Muy interesante.

   

Después vamos a ver una exposición-concurso de esculturas de arena al lado del canal.

 

 

También hacemos un tour en barca por los canales. Justo el último turno tiene los comentarios en castellano. La vueltecita está muy bien y sirve para ver desde el agua lo que después queremos ver con calma desde tierra: la ópera, la ciudadela, la sirenita, el Palacio Amalienborg, el teatro, la iglesia de San Salvador, el Diamante Negro (edificio de la Biblioteca), el Palacio Christiansborg, etc... Nos lo hemos pasado muy bien. Impresionante pasar con la barcaza por debajo de unos puentes que sólo dejan 4 dedos libres!

 

 

 

 

 

Cenamos en un turco-pizzería allí mismo, nos damos un atracón a muy buen precio, hacemos una última conexión wifi y volvemos en metro al hotel.

 

Día 05 . Viernes 14

El día se levanta gris, pero de momento no llueve. Desayunamos en el buffet del hotel, que no tiene mucha variedad pero está bastante bien. Vamos en metro al centro y comenzamos la visita al Palacio de Christianborg, el tercero de este nombre construido en el mismo sitio ya que los dos anteriores se incendiaron. Visitamos el Parlamento, las salas de Recepción Real usadas por la reina, su biblioteca, la oficina del Primer Ministro y la Corte Suprema. La parte del palacio en ruinas está en obras y los establos reales abren más tarde, así que no lo podemos ver.

 

 

Cuando salimos llueve un poco, y sólo vemos el edificio de la Bolsa por fuera.

 

De allí vamos por el borde del canal hasta al teatro, que está justo delante de la ópera.

 

Tiramos hasta el Palacio de Amalienborg, un complejo de 4 edificios construido originariamente como residencia para cuatro aristócratas, pero que se convirtió en residencia de invierno de la familia real al quemarse el primer Palacio de Christianborg. Uno de los edificios es el museo, donde se conserva mobiliario original y objetos personales de la familia real.

 

De allí vamos a la Marble Church (Marmorkirken), de planta redonda y techo en cúpula.

 

 

Al volver a pasar por el patio de Amalienborg vemos los cambios de guardia de cada edificio, incluyendo unos soldados que debían llegar tarde y perdían las linternas de tanto correr.

 

Encontramos de casualidad la iglesia de St. Alban, la única iglesia anglicana de Copenhague.

 

Cruzamos la fuente de Gefion y llegamos a la famosa Sirenita, que como nos explicaron ayer en la vueltecita en barca, fue un regalo de la casa Carlsberg a la ciudad en memoria de la sirenita de Andersen. Éste Agosto hará 100 años. Como es evidente, mogollón de gente para hacerse fotos y nos tenemos que ir poniendo por turnos.

 

 

Visitamos la Ciudadela (Kastellet) que hay al lado, muy parecida a la de Fredrikstad con su foso perimetral en forma de estrella. El día ya hace rato que es totalmente azul y el paseo es muy agradable.

 

 

 

De allí vamos al Castillo Rosenborg (Rosenborg Slot), donde se explica la historia de Dinamarca del 1600 al 1863, y tiene las joyas de la Corona en el subterráneo con unas medidas de seguridad muy fuertes. Tenemos justo 40 minutos para verlo todo, ya que cierran a las 5.

 

 

 

Cuando nos echan fuera, vamos a la iglesia de la Trinidad (Trinitatis Kirke), que tiene en un lado la Torre Redonda, un antiguo observatorio de estrellas a 35 metros de altura y una rampa de caracol de 209 metros de largo y 7,5 vueltas. Desde arriba hay vistas de toda la ciudad.

 

 

La idea inicial al planificar el viaje era ir a Legoland Billund, pero al final decidimos no dedicar un día completo a un parque temático, por mucho de Lego que sea. Por suerte descubrimos que en Copenhague hay una tienda exclusiva de Lego, y con una visita me conformo de momento. En el escaparate hay diversas figuras a tamaño real, entre las que destaca un Xeron enorme colgado de la pared. Es impresionante! La tienda tiene un gran surtido de cajas de todo tipo, piezas a granel y ropa. Si tuviese espacio en la maleta, alguna cosa caería...

   

 



 

Seguimos por la calle comercial, miramos tiendas de recuerdos, tomamos una cervecita y acabamos en el Tivoli, un gran parque tipo Port Aventura pero en pequeño, ya que está en el centro de la ciudad. Tiene bares, restaurants, tiendas, escenarios y algunas atracciones, incluso un mini- Dragon Khan. Damos unas vueltas y nos marchamos cuando comienza un concierto de unos daneses que no conocemos.

 

   

Damos una caminata del copón para encontrar la parada del bus 12 que nos ha de llevar al hotel, y al final lo atrapamos a la carrera. Paramos en el 7eleven y compramos unos pinchos de pollo para cenar. El día ha sido agotador y nos vamos a dormir que ya son más de las 11. Queríamos mirar internet en el ordenador de recepción, pero ya estaba cerrada.

Día 06 . Sábado 15

Por Facebook desde casa y por wasap cuando podíamos robar wifi, hemos quedado hoy a las 10 de la mañana con Ramón y Gitte en Hillerød para ver el museo del Castillo de Fredriksborg. Nos informamos en la recepción del hotel de cómo llegar y de los horarios de tren y llegamos bastante puntuales. Ellos ya están allí con los niños. Bordeamos el lago caminando hasta el castillo.

 

Fredriksborg es un castillo renacentista construido en el siglo 17 por Christian IV y que coge el nombre de su padre el rey Frederik II. El castillo se incendió en 1859 y se reconstruyó y amuebló como un museo en 1878 siguiendo la iniciativa del fundador de la cervecería Carlsberg. El Museo de Historia Nacional del Castillo ilustra la historia de Dinamarca mediante una gran colección de retratos, cuadros, arte y mobiliario de los últimos cinco siglos. Las salas más destacadas son la Sala de los Caballeros, la Capilla, la Sala de Ceremonias y la Sala de Audiencias.

 

 

 

 

Paseamos también por el gran jardín, que consta de dos partes: la parte romántica que contiene la casa de baños de Frederik II, y el gran jardín barroco de inspiración italiana.

 

 

 

Volvemos al pueblo cruzando el lago por la que dicen es “la milla náutica más bonita de Dinamarca” en un ferry muy pintoresco: un barco hospital reconvertido que sirvió en la Guerra de Corea en los años 50. Lo más curioso es que los propietarios son 400 habitantes del pueblo que quieren mantener activa esta atracción turística y los pilotos y marineros son todos voluntarios. El lago tiene unas 27 hectáreas y se considera uno de los lagos más pequeños del mundo con servicio regular de ferry.

 

 

Compramos unas comidas preparadas en una tienda del pueblo y comemos en unos bancos del parque mientras charlamos del viaje del verano pasado, de la boda y de lo que hacemos ahora. De tanto en tanto vamos buscando unos "tesoros" de un juego que hay con el móvil y el GPS llamado Geocatching. Per desgracia no hemos encontrado nada.

 

Todo el día ha hecho un cielo azul y un sol precioso, y cuando volvemos a la estación se tapa y se pone a llover. Hemos tenido suerte, nos ha ido de un pelo! No es demasiado tarde, pero como que ya está todo cerrado, volvemos al hotel a hacer una tarde de relax. Cenamos lo que ha sobrado de la comida más unos pinchos extra del 7eleven y vemos un rato la tele. Sólo hay 4 canales sintonizados, 3 suecos y uno finlandés, (ninguno danés) donde no dan nada interesante hasta que encontramos un reportaje sobre Roxette. Es lo bueno de la tele sueca!! No entendemos nada de nada, pero aún así pasamos un buen rato, sobretodo yo!

Día 07 . Domingo 16

El día se levanta otra vez gris y tapado. Desayunamos en el hotel y vamos al museo de la Carlsberg.

Con la entrada, incluso con la gratuita de la Copenhaguen Card, regalan dos degustaciones de cerveza a lo largo de la visita. Hacemos una antes de comenzar, y seguimos por los establos, donde hay los caballos y los carruajes originales, el jardín de esculturas, donde entre otras se encuentra la hermana pequeña de la Sirenita, la sala con toda la historia de la marca que incluye una exposición record Guiness de botellas de cerveza no abiertas (más de 22.000), una explicación de los nuevos sistemas de producción, una terraza donde tomamos la segunda cerveza y finalmente la tienda. Nos hemos estado unas 3 horas!

Es muy curioso un panel que explica que la esvástica era un símbolo indio muy habitual en la Carlsberg, convirtiéndose en un símbolo de la marca en 1881. No obstante, en 1940-45 (II Guerra Mundial) se tuvo que retirar cuando perdió su significado original de "aquello que es bueno".

 

 

 

   

 

Después vamos al barrio de Christianhavn y visitamos el museo de arquitectura, que tiene una exposición de un concurso de arquitectura nórdica y otro sobre la transformación del puerto de la ciudad, muy interactivo. En la exposición de maquetas hay algunas hechas con Lego!

 

 

 

De allí vamos a la iglesia de Nuestro Salvador, que no se puede visitar, pero que tiene un campanario con el mirador más alto de Copenhague. La subida es toda una aventura, un laberinto de escaleras de madera que suben entre las campanas hasta que la escalera de caracol sale al exterior y se va haciendo estrecha hasta que acaba en una esquina. Justo entonces está haciendo un tiempo terrible, llovizna y hay unas ráfagas de viento que parece que se te lleven. A pesar de todo, aprovechamos uno de los breves claros para llegar arriba y hacer unas fotos. Cuando bajamos, los encargados ponen un rótulo en la entrada que la torre está cerrada por el mal tiempo. Nos ha ido de un pelo!

   

   

 

Damos una vueltecita por las calles y canales y vamos en bus al centro, para volver al Tivoli y cenar allí alguna cosa. Pero como que la Copenhaguen Card va con chip y ya han pasado las 72 horas, no podemos entrar si no es pagando y no tenemos ganas. Así que cenamos en un Kentucky de al lado, nos conectamos un rato al wifi del Ayuntamiento, que funciona aunque está cerrado, y volvemos al hotel.

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